15.1.09


A veces alguien te rompe un sueño, pero hay que soñar otra vez. A veces la pena te deja sin respiración, pero hay que serenarse. A veces en la oscuridad te pones a bailar con un recuerdo. A veces tienes miedo, pero te inventas un abrazo. Tú y yo sabemos lo que se siente en la soledad. Los días de cien horas, las horas de relojes sin agujas: el tiempo no avanza, no retrocede, somos una imagen congelada, una mujer sin nombre convertida en estatua de sal por haber mirado hacia atrás (...) A veces la vida te enfrenta con un pelotón de fusilamiento. Pero los disparos no te matan, te dejan herida a un costado del camino, olvidada, loca de dolor. Y entonces ya no importa el frío. Ni el calor. Ni el hambre. Ni la espera. Ni una mariposa amarilla volando alrededor de la mirada. Total, alguna vez volverá a ser verano, aunque el mar haya huido y sea inalcanzable. Alguna vez volverá a ser de noche y podré descansar del agudo reflejo del sol en las pupilas. Total, alguna vez volverá una piel conocida a frotarse contra mi piel, aunque sea en un sueño, aunque sea inventada. Total, nadie podrá decirme que lo que digo es mentira, que lo que pienso es mentira, que lo que espero es mentira, que lo que siento es mentira. Todo es posible cuando llueve. Si das un salto alto las estrellas se te pueden meter en el pelo. Si una estrella se cae en tus manos, la amasas hasta reducirla, la pones en la heladera y después te la comes hecha hielo. Pero no sucede seguido. A veces no sucede ni siquiera una sola vez en la vida. Eso no quiere decir que no esperes que pase. Pasan tantas cosas que parecen tan raras. Por ejemplo: querer a alguien como yo he querido, y que un buen día ya no esté. Y que nadie se da cuenta que la muerte no se lleva solamente a los muertos. Y que a nadie le importe. Y que a mí, de pronto, no me importe que a nadie le importe. Porque aprendí una cosa: aunque bla bla bla bla. Aunque todos bla bla bla bla, no es cierto: en el mundo ya no quedan seres que quieran así.