15.1.09

La soledad es querer gritar que aquí, dentro del pecho, se revuelve un dolor formado por silencios, llantos disimulados, preguntas sin respuesta. Es que no podamos decir que nos va mal, pero que tampoco podamos decir que hay una luz de entusiasmo y de ganas en nuestra vida. Es resignarse que los demás lo vean a uno como apacible y dulce. Que piensen que esa apariencia es producto de una maravillosa paz interior, de una sabiduría que los años han ido dejando lujosamente en nuestro ser. La soledad es empezar a decir: "Me da lo mismo", o : "No te preocupes", cuando quisiéramos gritar: "Debe ser hoy y ahora", "Quiero ir, quiero hacer, quiero ver, quiero hablar.": "Dios mío, quiero hablar." Hablar y hablar hasta decirlo todo, hasta sacarnos de adentro todas las palabras que el miedo y la tristeza y el desgano han ido amontonando y mutilando y nos pesan como si fueran bloques de granito.