Aquella noche hacían cola los sueños queriendo ser soñados. Pero ella no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:
- Sueñeme, que le conviene. Sueñeme, que le va a gustar.
Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos, jamás soñados.
Estos días me siento así. LLena de sueños, llena de ganas, llena de positivismo y esperanza de poder. Hacía rato que no lo experimentaba, a veces ese empujoncito es más fuerte de lo que uno cree. Y creo que lo andaba necesitando... ¡A babuchas de este sueño, me voy derecho a lo que venga! ♪
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buena onda, poner los sueños en fila. A ver, guachitos, quien quiere ser soñado.
ResponderEliminar