A tu alrededor hay un mundo con todo lo que conoces, con todo lo que amas. Más allá, un mundo grande, bello y peligroso, donde te espera: el amor, el hombre, la decepción, la angustia, el llanto, la felicidad. Para entrar a ese mundo no uses cábalas, no cierres los ojos, pero tampoco los abras con la intención de ver todo lo malo, lo negativo, lo gris. No cierres tu corazón con siete llaves, pero tampoco lo dejes sin ninguna cerradura. No te guardes todo, pero no lo des todo. No pienses que los caminos son fáciles y te lances a andar con los pies desnudos, las manos abiertas y los ojos lavados con agua de los arroyos limpios. Tienes que llevar algo para el viaje, para cualquier viaje que emprendas. Un equipaje sencillo y necesario que te ayude y te proteja:
1) La pequeña armadura de tu voluntad para recuperarte de las caídas, así ninguno de los golpes que recibas llegará a romper tu fé.
2) La ternura, porque con la ternura se curan los pajaritos enfermos, se hace reír a los niños y se llena de alegría el corazón de los que queremos.
3) Y lleva amor, mucho amor.
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