ODIO. Literalmente odio cuando te ponés así. Te juro que no te entiendo. Me hacés sentir ganas de llorar, de que me trage 20 metros la tierra. De desaparecer, de ser sorda para no tener que escuchar toda la sarta de pavadas que decís cuando estás así. Te conozco, sé que lo decís sin medir las consecuencias. Que después recapacitás y te arrepentís, aunque en tu diccionario la palabra perdón no exista (y vos siempre tengas la razón) y esté bien grande marcada ORGULLO. Maldito orgullo. Pero claro, el mal momento ya lo pasé. LLorar ya lloré. Y la angustia me queda a mí. Entiendo todo lo que estás pasando, lo vivo al lado tuyo mejor que nadie y sé lo que sentís. Pero eso tampoco es una excusa para hablarme como se te de la gana "porque estás así". Justo a mí, que trato día a día de ser y hacer lo mejor para causarte los menores problemas o preocupaciones posibles. ¿Y sabés qué? ME DUELE. Porque creo que no es justo, que no me lo merezco. Y menos adelante de ellas. Me das bronca, quisiera ayudarte pero esas actitudes me molestan, me duelen, me hacen sentir chiquita, muy chiquita ...