31.1.09


A los diez años la vida es un cuento previsible. Los malos son feos, infelices y terminan mal. Los buenos son lindos, felices y comen perdices. También es un juego donde los hijos son muñecos o peluches, una juega a la mamá, al ama de casa. Que distinto cuando vemos que la vida no se ajusta a ese juego infantil. No, la vida es otra cosa, la diferencia entre malos y buenos es más sutil que una cara bonita y un final feliz. La verdadera lucha entre el bien y el mal ocurre cada día en nuestro interior. Uno crece y el juego se vuelve más serio. Quién pudiera vivir cantando como un chico, quien pudiera eternizar el juego, vivir por siempre en un cuento de hadas, quien pudiera ser por siempre chiquitita ...